El sol calienta como nunca, pero un hombre de mediana edad cumple con el rito diario de llegar hasta la vereda del enorme galpón ubicado en la Avenida de los Constituyentes, a metros de la General Paz, trasladando no sin esfuerzo un carrito donde un montículo de residuos, desde cartón hasta plásticos, nylon y otros elementos, esperan ser ingresados al lugar, donde les espera un destino diferente.
Desde hace más de 10 años, ese inmenso galpón se convirtió en un centro permanente de entrada y salida de carritos y camiones repletos de cartones y residuos de todo tipo, que una vez ingresados, serán objeto de un proceso de reciclamiento para su reutilización en distintos procesos.
El predio, crecido a la par de las sucesivas crisis sociales que la Argentina enfrentó desde principios del milenio, se convirtió en uno de los centros de recolección y reciclaje más importantes del ámbito porteño, y allí funciona la cooperativa El Alamo, donde alrededor de 160 personas cumplen distintas funciones entre recepción, acopio, compactación y distribución de materiales de todo tipo.
Roberto Gómez, presidente de la entidad de Villa Pueyrredón dijo que «en plena cuarentena aprendimos a usar todos los elementos de protección».
«Le pedimos al gobierno que nos habilite a trabajar, porque era insostenible económicamente y había que dar un servicio. Así lo entendieron y nos habilitaron a volver a trabajar, con todo el protocolo que las cooperativas presentaron», señaló Gómez.
La tarea de la cooperativa incluye la clasificación y reciclaje de papel, cartón, plástico, vidrio y metales, con lo cual contribuye a la recuperación de los desechos en la ciudad de Buenos Aires.
El material reciclado sirve en la mayoría de los casos como materia prima en su retorno a la industria.
Durante la etapa más estricta del aislamiento los recuperadores se vieron impedidos de salir a la calle, y a ello se sumó que centros comerciales e industrias produjeron menos residuos, por estar cerrados, mientras que los residentes ajustaron sus pautas de consumo, con igual consecuencia.
«Fueron las cooperativas las que presentaron un protocolo (a las autoridades), de acuerdo con lo que veíamos internacionalmente y que aprendimos en cuarentena», destacó Gómez.
El representante de la cooperativa dijo que la tarea comenzó a desarrollarse «con todo el cuidado y los protocolos», pero advirtió la merma en el volumen de los materiales que se recuperan para reciclar.
«Bajó mucho el volumen y es como arrancar de nuevo. Al volver no fue lo mismo, aunque vamos recuperando de a poco, porque lo que se genera no es lo mismo, pero se está volviendo a la normalidad», señaló Gómez.
A modo de ejemplo, dijo que antes los recicladores dependían «de un shopping (centro comercial), de un comercio grande, de una industria, que tal vez generaban mucho, y también de lo domiciliario, que también se nota que hay una cierta restricción de consumo».
«Eso afecta a la vida de la cooperativa y a lo que acostumbrábamos a manejar. Eso nos perjudicó y ahora nos estamos recuperando», afirmó.
Sobre los protocolos dispuestos para la nueva normalidad en la tarea, Gómez indicó que «los trabajadores deben dejar su ropa, desinfectarse antes de ingresar y cubrirse con guantes desechables, máscaras y barbijos».
«Aprendimos a lavarnos las manos y a la higienización periódica con alcohol en gel», añadió.
Además, puntualizó que «los materiales que ingresan, por precaución, siempre quedan 48 horas acopiados en una zona» apartada, para recién después de ese lapso ser trabajados por los integrantes de la entidad.
En la ciudad de Buenos Aires hay 14 cooperativas de cartoneros que recorren el distrito para recoger todo el material reciclable que se recupera de los domicilios y se recolectan 7300 toneladas diarias de residuos, 400 de las cuales corresponden a material reciclable.
Actualmente hay unos 4500 trabajadores registrados que, desde este año, cuentan con la misma categoría lo que redunda en la Dirección de Reciclado con un presupuesto extra de 243 millones de pesos y totaliza 1.245 millones de pesos, monto que se destinó a las obras en centros verdes, logística vehicular, alquileres y a diseñar el plan de paradas para las cooperativas.
Cada cooperativa tiene una zona asignada que deberá atender y llevar el material a esos puntos por donde pasará un camión con ruta obligatoria y monitoreada. Los 4500 cartoneros serán reconocidos como recuperadores ambientales, cobran unos 13.200 pesos; hasta el año pasado, el 50% de ellos cobraba la mitad de este monto. En total hay unos 6500 recuperadores que trabajan en las cooperativas y reciben un subsidio del gobierno porteño. Además hay otros 4000 que trabajan en forma independiente, por fuera del sistema.